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Nombrar y ocultar : algunas reflexiones entorno del mestizaje y las poblaciones afrodescendientes en México.Name and hide : Afro-Mexicans, mestizaje and racism in Mexico

Gabriela Iturralde Nieto
mai 2018

DOI : https://dx.doi.org/10.56698/cultureskairos.1620

Résumés   

Résumé

Ce texte a pour objet la présentation de quelques réflexions sur les enjeux posés par l'étude du racisme envers les populations afro-descendantes dans le contexte mexicain, où le métissage est à la fois une catégorie qui décrit et cherche à expliquer l'ensemble des dynamiques complexes de l'échange social tel qu'il a eu lieu dans l'histoire, et une catégorie hermétique qui fait partie de l'idéologie de la nation, incorporée jusque dans les expériences quotidiennes de ces populations, et devenue subtilement l'articulateur de relations sociales racialisées.
Un bref récit de la participation des populations afro-descendantes montre les processus intenses d'échange social durant la période de la Vice-Royauté. D'autres éléments expliquent comment, dans le Mexique du XIXè siècle, la présence des populations afro-descendantes est réduite à l'invisibilité, fait d'autant plus intensifié de par sa relation avec le processus de construction du métis comme facteur principal de la constitution de l'identité mexicaine, et le développement du racisme envers ces populations. De là, le texte s'attache brièvement au début du XXè siècle, moment où s'instrumentalise l'idéologie du métissage comme discours de l'identité nationale. Dans ce cadre, je réfléchis aux enjeux qui supposent d'étudier le racisme au Mexique, et surtout d'identifier les spécificités que le racisme adopte envers les personnes afro-descendantes dans ce pays. En guise de conclusion, je propose quelques réflexions sur le processus d'articulation politique des communautés afro-mexicaines, et comment leurs revendications de reconnaissance juridique, contre le racisme et la discrimination, a creusé la mise en question du métissage comme idéologie.

Abstract

The purpose of this text is to present some reflections on the challenges posed by the study of racism towards people of African descent in a context such as the Mexican one in which mestizaje is at the same time a category that describes and seeks to explain a set of complex dynamics of social exchange occurred in history and at the same time a hermetic category that is part of the ideological gear of the nation, which has been incorporated into the daily experience of people and that has subtly become an articulator of racialized social relations.
A brief account of the participation of people of African descent in the vice regal period is given, which shows the intense processes of social exchange that took place during the period. Also, some elements about the 19th century in Mexico are shown and explain how in this period the presence and participation of the Afro-descendant population is made invisible, with special emphasis on the relationship that this has with the process of construction of the mestizo as a primordial factor in the constitution of the Mexican identity and the development of racism in particular towards this sector of the population. Likewise, brief attention is given to the beginning of the 20th century, as this is the moment in which the ideology of miscegenation is implemented as a discourse of national identity.
In this framework, we reflect on the challenges of studying racism in Mexico and, above all, identify the specificities adopted by racism towards people of African descent in this country. In conclusion, references are offered on the process of political articulation of Afro-Mexican communities and how their claim for legal recognition and against racism and discrimination has deepened the questioning of miscegenation as an ideology.

Extracto

Este texto tiene por objeto presentar algunas reflexiones en torno de los retos que supone el estudio del racismo hacia las personas afrodescendientes en un marco como el mexicano en el que el mestizaje es al mismo tiempo una categoría que describe y busca explicar un conjunto de complejas dinámicas de intercambio social ocurridas en la historia y al mismo tiempo una categoría hermética que hace parte del engranaje ideológico de la nación, que ha sido incorporada a la experiencia cotidiana de las personas y que sutilmente se ha convertido en articuladora de relaciones sociales racializadas.
Se ofrece un breve recuento de la participación de personas africanas y afrodescendientes en el período virreinal que permite figurar los intensos procesos de intercambio social ocurridos en el período. También se aportan elementos sobre el siglo XIX en México y cómo en este período se invisibiliza la presencia y participación de la población afrodescendiente, con especial énfasis en la relación que esto tiene con el proceso de construcción del mestizo como factor primordial de la constitución de la identidad mexicana y el desarrollo del racismo en particular hacia este sector de la población. Asimismo se atiende brevemente a los inicios del siglo XX pues es el momento en el que se instrumenta la ideología del mestizaje como discurso de identidad nacional.
En este marco se reflexiona acerca de los retos que supone estudiar el racismo en México y sobre todo identificar las especificidades que adopta el racismo hacia las personas afrodescendientes en este país. A manera de conclusión se ofrecen referencias sobre el proceso de articulación política de las comunidades afromexicanas y cómo su reclamo de reconocimiento jurídico y contra el racismo y la discriminación ha profundizado la puesta en cuestión del mestizaje como ideología.

Index   

Index de mots-clés : métissage, racisme, Afro-descendants (Mexique).
Index by keyword : mestizaje, Afro-Mexicans, racism.
Índice de palavras-chaves : Afro-descendientes (México), mestizaje, racismo.

Texte intégral   

1Muchas veces pregunto a mis estudiantes cómo definen su identidad étnica, casi todos contestan que como mestizos, luego pido que describan qué es ser un o una mestiza (o), normalmente no contestan con precisión pero luego de reír un poco casi todos enumeran una serie de características que parece compartimos todos, empezando por la apariencia física -sobre todo el tono de la piel- dicen por ejemplo que los mestizos son de color café con leche y abundan en la descripción de algunas prácticas de la vida material : la comida, qué y cómo se festeja, la jerga cotidiana. ¿Cómo lo saben ?- vuelvo a preguntar- y responden : porque todos somos mestizos en este país. ¿Cuándo y dónde lo aprendieron ? Nunca explícitamente y siempre, es algo que se sabe.

2No es una novedad afirmar que la necesidad de construir un cuerpo social que le diera sustento al proyecto nacional, una vez consumada la independencia en el siglo XIX, dio lugar a la idea de la existencia de un sujeto nacional homogéneo –el mestizo indoeuropeo- formulación que se expresa no sólo en el discurso sino también en las practicas del Estado desde la segunda mitad del siglo XIX y sobre todo en las primeras décadas del siglo XX, con la creación de instituciones y la instrumentación de políticas públicas encaminadas a su cristalización.

3Desde entonces –incluso aun ahora en plena “era del multiculturalismo”- la noción de la existencia de un pueblo física y culturalmente homogéneo ha sido dominante en las explicaciones sobre la “identidad nacional” de la población mexicana, sus proyectos culturales y también en la negación de algunas de las peores prácticas sociales. Ha favorecido, por ejemplo, la persistencia sutil pero poderosa de ideas de corte racista respecto de la historia y el presente de los pueblos afromexicanos y además dificulta reconocer que el racismo es una práctica social extendida en México hacia ésta y otras poblaciones.

4En 2001 el Estado Mexicano reconoció en el artículo 2° de su texto constitucional la composición pluricultural de la nación, asentada ésta en la existencia de pueblos y comunidades indígenas que han habitado el hoy territorio nacional desde antes de la formación del estado. Con esto, además de garantizar un conjunto de derechos a los pueblos indígenas, se puso fin por lo menos desde un punto de vista jurídico- constitucional, a la concepción de la nación mexicana como un conjunto cultural homogéneo representado por “el mestizo”1. Sin embargo, el reconocimiento de la pluriculturalidad de la nación sigue siendo limitado, no sólo porque se trató de un reconocimiento cosmético que no ha redundado en transformaciones profundas de la realidad que experimentan los pueblos indígenas, sino porque el reconocimiento de la composición diversa de la nación se reduce a la presencia de pueblos y comunidades indígenas, excluyendo a otras colectividades y de manera significativa a las poblaciones afromexicanas es decir a pueblos, comunidades y familias descendientes de personas de diversos orígenes africanos esclavizadas que fueron traídas por la fuerza a la entonces Nueva España.

5Así pues, pueblos y comunidades afromexicanas, que de acuerdo a la Encuesta Intercensal Inegi 2015 suman cerca de 1.4 millones de personas en el país, siguen siendo invisibilizadas del relato nacional. La invisibilidad, es decir, la falta de reconocimiento de su participación histórica y de la vitalidad de sus comunidades actuales es sin duda una de las expresiones del racismo contenido en la ideología del mestizaje.

6Este texto tiene por objeto presentar algunas reflexiones en torno de los retos que supone el estudio del racismo hacia las personas afrodescendientes en un marco como el mexicano en el que el mestizaje es al mismo tiempo una categoría que describe y busca explicar un conjunto de complejas dinámicas de intercambio social ocurridas en la historia y al mismo tiempo una categoría hermética que hace parte del engranaje ideológico de la nación, que ha sido incorporada a la experiencia cotidiana de las personas y que sutilmente se ha convertido en articuladora de relaciones sociales racializadas.

7Para ello, inicialmente ofrezco un breve recuento de la presencia y participación de personas africanas y afrodescendientes en el período virreinal que permite figurar los intensos procesos de intercambio social ocurridos en el período, que son poco conocidos por la mayoría de la población en México y menos aún fuera del país. Posteriormente me refiero al siglo XIX en México y cómo en este período se invisibiliza la presencia y participación de la población afrodescendiente en México, con especial énfasis en la relación que esto tiene con el proceso de construcción del mestizo como factor primordial de la constitución de la identidad mexicana y el desarrollo del racismo en particular hacia este sector de la población, para lo que he revisado algunas de las ideas que sobre la raza desarrollaron algunos pensadores del siglo XIX y sobre todo algunos de los estereotipos en este período. Así mismo atenderé brevemente a los inicios del siglo XX pues es el momento en el que se instrumenta la ideología del mestizaje como discurso de identidad nacional y me referiré a las críticas que esta ideología ha recibido por parte de algunos autores por sus postulados racialistas.

8Lo anterior me servirá entonces de marco para reflexionar acerca de los retos que supone estudiar el racismo en México y sobre todo identificar las especificidades que adopta el racismo hacia las personas afrodescendientes en este país. Para concluir me detengo en el proceso de articulación política de las comunidades afromexicanas y cómo su reclamo de reconocimiento jurídico y contra el racismo y la discriminación ha profundizado la puesta en cuestión del mestizaje como ideología al mismo que esta lucha ha supuesto que las poblaciones afrodescendientes reclamen y enarbolen como propias expresiones culturales “mestizas” que nutren su identidad colectiva y les son útiles para distinguirse de otras colectividades.

Intercambios, convivencias, diversidad

9Los estudios históricos han caracterizado al período virreinal novohispano, y en general en América Latina, en términos de la población y de la conformación social como un momento de intensas dinámicas demográficas y de ricos intercambios sociales y culturales entre diversos grupos de población que dieron lugar al surgimiento de una nueva sociedad caracterizada ésta por lo que se ha denominado mestizaje.2 Para el caso de México se ha generalizado la idea de que este proceso se dio fundamentalmente entre los diversos pueblos indígenas asentados en el territorio en el momento de la conquista y la colonización española y europeos arribados al Nuevo Mundo. Así pues, en términos muy generales se ha entendido el mestizaje como el nacimiento de un pueblo y una cultura surgidos de la mezcla indoeuropea.

10En la década de 1990 esta idea del mestizaje exclusivamente indoeuropeo fue puesta en cuestión cuando se renovó el interés por documentar y analizar la historia y el presente de las poblaciones africanas y sus descendientes en México. Aunque poco conocida en otros países – e incluso en el mismo país- México comparte una historia con África y con otros países latinoamericanos. Cerca de 250 mil personas de muy diversas regiones de África llegaron al actual territorio mexicano desde principios del siglo XVI y hasta bien entrado el siglo XVIII.3 Las investigaciones históricas han demostrado la importancia de la participación de las personas africanas y afrodescendientes en la formación económica, social y cultural de México, no solo en las costas, como usualmente se piensa, sino en el centro, sur y el norte del territorio.

11Estas investigaciones han documentado la diversidad de situaciones que vivieron estas personas y las complejas relaciones que establecieron, no sólo con personas de su mismo origen, sino con miembros de otros grupos sociales.4 Fenómeno ocurrido desde el período formativo de la colonia en los primeros años del siglo XVI así como también en los momentos de institucionalización y consolidación del período virreinal. Se sabe, por ejemplo, que la primera persona “negra” – Juan Garrido o Juan Cortes- que llegó a este territorio era libre y acompañaba la expedición de conquista de Hernán Cortés. Además de su condición de conquistador se le atribuye haber sido quien introdujo el cultivo del trigo en la Nueva España, vivir en la traza colonial de la ciudad y ser pregonero del Virrey en la Ciudad de México5. Igualmente se ha documentado la introducción del cultivo de caña de azúcar en diversas regiones de la nueva España y la participación de hombres y mujeres africanos en todo el proceso del azúcar, no sólo como zafreros sino en trabajos de alta especialización como maestros de azúcar, solo por mencionar alguno.6

12La minería en el norte de la Nueva España, la arriería y la ganadería en la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca o en el sotavento veracruzano también fueron empresas que contaron con la participación de africanos y afrodescendientes en condición de esclavitud o libres. También en las ciudades coloniales como la Ciudad de México, Guanajuato o Antequera (hoy Oaxaca) hombres y mujeres de origen africano aportaron sus saberes y su trabajo.7 Así pues hombres, mujeres, niñas y niños, africanos y afrodescendientes esclavizados o libres contribuyeron de muchas maneras a la construcción de la sociedad colonial, no sólo con su trabajo y sus cuerpos sino también con conocimientos y prácticas de la vida material que compartieron e intercambiaron con los otros grupos sociales : diversos pueblos indígenas y los igualmente diversos de origen europeo además de filipinos y chinos, entre otros, no sólo en espacios públicos de socialización (como el mercado, las fiestas o las cofradías) sino también haciendo familia o a través de intercambios sexuales muchas veces forzados o ilegítimos.

13De ello dan cuenta evidencias obtenidas del estudio de censos, padrones y otros documentos de registro de la población del período virreinal los que han permitido conocer las características de la población novohispana. Por ejemplo, Aguirre Beltrán habiendo revisado y analizado las cifras contenidas en estos y otros documentos (como en las crónicas de funcionarios coloniales o de los viajeros) afirmó que en los siglos XVI y XVII la población de origen africano llegó a constituir –por su número- el segundo grupo de población en el virreinato. De igual forma señala que entrado el siglo XVIII un número importante de personas se podían identificar como afromestizos, es decir, descendientes de uniones entre personas de origen africano, indígenas y/o europeos. De acuerdo con los datos que el autor aporta para el año de 1793 de 3’ 799. 561 del total de población cuantificada para la Nueva España, 1’ 465. 816 fueron clasificados como mestizos (38.6 %).

14Esta cifra que resulta de la suma de todos los grupos que se han mezclado, más que constituir un dato estadístico irrefutable ilustra lo que se estableció como una característica demográfica – la exogamia de los grupos por lo menos de la población de origen africano- que da cuenta de dinámicas sociales complejas y permite vislumbrar esta nueva sociedad, la que no sólo participaron indígenas y europeos sino también población de muy diversos orígenes africanos y sus descendientes.8

15Ahora bien, el siglo XVIII, implicó un viraje en el ordenamiento social en América, la ilustración supuso el establecimiento de nuevas maneras de conocer y explicar el mundo y la sociedad, muchas veces caracterizado por sus afanes clasificadores y ordenadores del mundo natural y también del mundo social. Es en este período que los diversos grupos humanos empezaron a ser clasificados y ordenados de acuerdo con sus características somáticas y culturales dando lugar al surgimiento de las ideas que más tarde desembocarían en el racismo científico.

16Este momento es clave para comprender el camino que después tomarían las ideas sobre las personas de origen africano y sus descendientes en la entonces Nueva España pues si bien el régimen virreinal estuvo basado en la implantación de un sistema jerárquico basado en la sujeción sobre todo de las personas esclavizadas y los indígenas, el color de la piel, la fisonomía y las costumbres (rasgos a los que luego se les atribuirá una enorme valor como marcadores “raciales”) no parecen ser los motivos centrales de distinción entre los grupos sociales, a diferencia por ejemplo del prestigio social, la “limpieza de sangre” o la prestancia económica, aquello que en el período se denominó como calidad.

17 Con las Reformas Borbónicas, por ejemplo, empiezan a tomarse medidas que buscaron regular los intercambios entre desiguales, por ejemplo la Pragmática Real de Matrimonios expedida en 1778 por Carlos III, buscaba impedir en América los matrimonios entre personas de distintas calidades y condiciones y parece ser que por vez primera el color de piel y el origen africano se consagraron como obstáculos para el intercambio y ascenso social lo que puede leerse en la advertencia en la Real Cédula sobre mulatos, negros, coyotes y castas :

Que mediante las dificultades que pueden ocurrir para que algunos de los habitantes de aquellos dominios hayan de obtener permiso de sus padres, abuelos, parientes, tutores o curadores y que puede ser causa que dificulte contraer los esponsales y matrimonios y de otros inconvenientes morales y políticos, no se entienda dicha Pragmática con los mulatos, negros, coyotes e individuos de castas y razas semejantes tenidos y reputados públicamente por tales, exceptuando a los que de ellos sirvan de oficiales en las Milicias o se distingan de los demás por su reputación, buenas operaciones y servicios, porque éstos deberán así comprenderse en ella ; pero se aconsejara y hará entender a aquellos de la obligación natural que tienen de honrar y venerar a sus padres y mayores, pedir su consejo y solicitar su consentimiento y licencia.9

18Estas y otras reglamentaciones intentaron regular la convivencia y matrimonios entre los distintos grupos, sin embargo, no siempre fue sencillo controlar estas relaciones. En la Nueva España existía para el momento una enorme diversidad de intercambios sociales. Los cuadros de castas o mestizaje dan cuenta de esta sociedad compleja que debe ser comprendida y regulada bajo nuevos parámetros del conocimiento.10 Sobra decir que es justamente en el siglo XVIII, con el advenimiento de las ideas de la Ilustración que se sientan las bases de lo que en el siglo XIX será denominado racismo científico. Es en este período que se transitó de la taxonomía de la diversidad humana -emprendida por Linneo y luego elaborada entre muchos otros por el Conde de Buffón- a la fantasía científica de que existían “razas humanas” inferiores o superiores, convirtiéndose ésta en una verdad poco menos que indiscutible, tal como lo elabora de manera paradigmática Gobineau en su Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas. Se extiende así la noción de raza que es sin duda uno de los constructos sociales más poderosos de la modernidad, este se crea y utiliza primero para describir y clasificar la variabilidad somática entre los humanos, luego para explicar las diferentes conductas y formas de vida de los humanos de diversa regiones del mundo y finalmente para justificar la dominación europea sobre los territorios colonizados. Esta noción es desde entonces empleada como un dispositivo que naturaliza la diferencia, la impregna sobre el cuerpo de las personas y justifica la subordinación de colectividades humanas en función de su apariencia y sus formas de vida.

19Muy probablemente estas ideas sobre la diferencia entre las personas instaladas en este momento dan lugar a formulaciones posteriores que aparecen en la escena en forma de prejuicios y estereotipos que enaltecen las características físicas y culturales de los “blancos” y tienden a inferiorizar a los otros grupos sociales, sobre todo a las personas “negras”. En las crónicas y relatos de viaje de finales del siglo XVIII y del siglo XIX abundan descripciones que dan cuenta de las concepciones vigentes sobre los indígenas y las personas de origen africano.

Siglo XIX : fin de la sujeción principio de la invisibilización

20Para la ciencia y la opinión pública decimonónica las razas eran realidades objetivas con características físicas, morales e intelectuales diferenciadas. Las aptitudes intelectuales, artísticas, de organización política y de progreso técnico derivaban de las características biológicas de cada grupo “étnico”. Es significativo que justamente este discurso coincida con el momento político de final del antiguo régimen y el inicio de la modernidad política en el que –por lo menos en las Américas- se constituyó los estados- nación. En sociedades marcadas por una enorme heterogeneidad social y cultural, es el momento en el que se buscó emprender un proyecto político –el liberal- que tiene como uno de sus axiomas la igualdad ante la ley imponiendo sobre cuerpos sociales diversos no solamente una supuesta equidad jurídica sino un modelo homogéneo de sociedad.

21En México durante el siglo XIX una vez iniciada la independencia se declararon abolidas la esclavitud y las distinciones “de calidad” entre los grupos sociales. Los súbditos y gremios con sus fueros fueron sustituidos por ciudadanos y por derechos individuales. José María Morelos, líder y uno de los artífices de la independencia da cuenta de esta voluntad en Los Sentimientos de la Nación, escrito que resume las aspiraciones independentistas de este momento :

“Que quede abolida la hermosísima jerigonza de calidades indio, mulato o mestizo, tente en el aire, etcétera, y sólo se distinga la regional, nombrándolos todos generalmente americanos, con cuyo epíteto nos distinguimos del inglés, francés, o más bien del europeo que nos perjudica, del africano y del asiático que ocupan las otras partes del mundo. Que, a consecuencia, nadie pagase tributo, como uno de los predicados en santa libertad. […]A consecuencia de ser libre toda la América, no debe haber esclavos, y los amos que los tengan los deben dar por libres sin exigirles dinero por su libertad ; y ninguno en adelante podrá venderse por esclavo, ni persona alguna podrá hacer esta compra, so pena de ser castigados severamente. Y de esta igualdad en calidades y libertades es consiguiente el problema divino y natural, y es que sólo la virtud ha de distinguir al hombre y lo han de hacer útil a la Iglesia y al Estado.”11

22Así, negros, pardos y mulatos –como eran conocidos entonces- se convirtieron en mexicanos, ocuparon igual que en el pasado diversos sectores económicos y sociales y con su trabajo se fue construyendo la nueva nación, de ello dan cuenta crónicas, relatos de viajeros y pinturas como las realizadas por Joaquín Moritz Rugendas o Edouard Pingret o las fotografías pioneras de Desire de Charney, sin embargo fueron progresivamente borrados del cuadro nacional. Por ejemplo, “desaparecieron” de los registros de población, se conocen apenas algunos datos desagregados de población negra o mulata en el siglo XIX y están restringidos sólo a algunas regiones, como lo indica un censo de 1890 para la región costa de Oaxaca o algunos datos sobre Texas, en la primera mitad del período antes de que este territorio se separara de México.12

23La creación de esta nueva república requirió de crear un pueblo nacional apto para el progreso encargado de llevar adelante física e intelectualmente el proyecto nacional. Así, al tiempo que se diseñaron instituciones, se dirimieron conflictos entre grupos ideológicos y se fijaron las fronteras del territorio, se inició la construcción de la nación de la mano de la idea de raza como dispositivo político utilizado para el ordenamiento de la sociedad. Son las ideas sobre la superioridad y la inferioridad de unos grupos y otros las que definieron las características deseables para hacer parte de la nación y aquellas que debían ser expulsadas del proyecto nacional. Así, raza y nación son dos nociones intrínsecamente relacionadas y cuya sombra se proyecta hasta nuestros días. En este sentido afirma Pimentel que :

Es, pues, preciso convencernos de que mientras nuestra población no mejore y se funda en una sola raza, México no puede aspirar al rango de nación propiamente dicha : nación es una reunión de hombres que profesan creencias comunes, que están dominados por una misma idea y que tienden á (sic) un mismo fin. En .México no hay analogía entre los blancos y los indios ; todo es diferente, el aspecto físico, el idioma, las costumbres, el estado de civilización. En México hay dos pueblos diferentes en un mismo terreno, y lo que es peor, dos pueblos hasta cierto punto enemigos, pues los indios ven á los blancos con celo y desconfianza, y de aquí estas palabras que suelen escaparse aun á los hombres menos reflexivos ¡la guerra de castas !13

24Es justamente a raíz de esta necesidad de consolidar un territorio y un proyecto político que se empiezan a elaborar las ideas que darán lugar al mestizo como la encarnación del ser nacional mexicano. Intelectuales decimonónicos como el ya citado Pimentel y otros intelectuales afiliados al positivismo, colaboradores algunos del emperador Maximiliano de Habsburgo14, otros cercanos al régimen de Porfirio Díaz (quien gobernó México de 1884-1911) como Francisco Bulnes, Justo Sierra, Genaro Raigosa, Agustín Aragón y Andrés Molina Enríquez y otros que hicieron parte del régimen surgido de la Revolución mexicana, desarrollaron los argumentos necesarios para -por una parte - reivindicar el pasado indígena prehispánico como fuente de legitimidad para romper los vínculos coloniales y por otra parte “explicar” las razones que hacían a los indígenas contemporáneos –descendientes de aquellos guerreros que habían edificado un imperio teocrático y de gran dominio comercial- ineptos para gobernar la nueva nación.15

25Estos intelectuales hallaron en los postulados de los naturalistas primero y luego del evolucionismo, así como en las ideas del determinismo geográfico dichos argumentos. Por ejemplo, Francisco Bulnes consideraba que los indígenas se resistían a civilizarse pues tendían naturalmente a la inmutabilidad y la pasividad debido a la influencia del medio. Esgrimieron argumentos que en la época probablemente hicieron sentido y que hoy pueden resultar chuscos, por ejemplo, cuando afirmó que los indígenas no eran una raza progresista en gran medida por su alimentación se le atribuyó al maíz poca aptitud para desarrollar una alta cultura –contrario al trigo que ya lo había demostrado- aunque sí era mejor que el arroz, sumando además la carencia de proteína animal en la dieta que contribuía al poco desarrollo de la cultura.

26Tras argumentos como estos, surgen las ideas que convirtieron a los mestizos en los principales actores nacionales con la tarea de conformar un nuevo organismo social. No debemos olvidar que personajes antes mencionados estaban hablando sobre su propia clase y su necesidad de controlar los destinos del nuevo proyecto. Es por ello que al mismo tiempo que critican las características de los indios contemporáneos elaboran los argumentos que elevan al mestizo como una nueva raza superior, por ejemplo, Pimentel dice de él que es : “fuerte, dedicado, valiente, confiado, audaz, generoso, leal, pródigo, alegre, jovial y sociable. [y que] tiene una inteligencia aguda y fácil comprensión” y que si bien tiene vicios estos los podían desarraigar por medio de la disciplina.16

27Del mismo modo para Justo Sierra aunque el mestizo es “receloso, disimulado y desconfiado y tiene demasiada deliberación interior que lo hace contradictorio” afirma que puede educarse y elevar su condición. Bulnes, si bien reconoce los defectos y vicios heredados de los españoles (la rapacidad, la fanfarronería y la poligamia) afirma que el mestizo mexicano ha desarrollo atributos propios : escepticismo, liberalidad, el desinterés, el patriotismo, el jacobinismo, el laicismo, el entusiasmo por el progreso y la civilización. Convirtiéndolo en un sujeto que -como dice Molina Enríquez- había logrado conjuntar el ideal patriótico con los mejores aspectos de la selección individual.

Mestizo : factor primordial de la constitución de la identidad del mexicano.

28Es así como el mestizo es un representante de ese ideal de unidad e identidad nacional pues en él se habían amalgamado los valores de las razas indígena y española. Benito Juárez (indígena zapoteca que gobernó México en el siglo XIX y que emprendió una reforma liberal de gran calado) es considerado un representante paradigmático del mestizo, en la medida en la que demuestra que un indígena puede abrazar los principios del progreso y la modernización por medio de la educación y puede además guiar los destinos de la nación hacia el progreso.

29Este pensamiento responde a la necesidad de construir un pueblo nacional que borrara la heterogeneidad cultural y “racial” por medio de la educación y la mezcla biológica, esta homogeneidad era además considerada un paso previo para lograr el progreso de México. Los pensadores mexicanos del XIX se deslindaron de las teorías raciales que postulaban la degradación de las razas a causa de la mezcla, por el contrario encontraron en ella una posibilidad de evolución, las supuestas razas inferiores -en este caso la herencia indígena- podía redimirse por medio de la fusión biológica con el blanco y a través de la educación. Es por ello que la ideología del mestizaje se puede entender como un proyecto político de presentación ante el mundo por medio del cual México podía anteponerse al mundo occidental blanco y eventualmente –como pensaba Molina Enríquez- algún día desplazar a la raza blanca. Desde entonces y hasta hace pocos años la asociación del mestizo con lo mexicano sería una parte fundamental del discurso nacionalista vigente. Es justamente en las primeras décadas del siglo XX, cuando culmina el período armado de la revolución mexicana, que intelectuales como José Vasconcelos y Manuel Gamio, insigne antropólogo, siendo ambos funcionarios de gobierno en varios períodos, se vieron abocados a emprender la ingeniería institucional que diera lugar a la existencia material de la ideada “raza cósmica”, este grupo de población que finalmente redimiría sus orígenes decadentes y crearía al sujeto superior de la historia no sólo en México sino también en América Latina. Afirma Vasconcelos :

En la América española ya no repetirá la Naturaleza uno de sus ensayos parciales, ya no será la raza de un solo color, de rasgos particulares, la que en esta vez salga de la olvidada Atlántida ; no será la futura ni una quinta ni una sexta raza, destinada a prevalecer sobre sus antecesoras ; lo que de allí va a salir es la raza definitiva, la raza síntesis o raza integral, hecha con el genio y con la sangre de todos los pueblos y, por lo mismo, más capaz de verdadera fraternidad y de visión realmente universal.

Para acercarnos a este propósito sublime es preciso ir creando, como si dijéramos, el tejido celular que ha de servir de carne y sostén a la nueva aparición biológica. Y a fin de crear ese tejido proteico, maleable, profundo, etéreo y esencial, será menester que la raza iberoamericana se penetre de su misión y la abrace como un misticismo.17

30Como lo señalan Federico Navarrete y otros autores, la “nueva raza mestiza” se identificó de manera unívoca con la identidad nacional mexicana por lo que la construcción de una raza se convirtió en un imperativo para el Estado. En un país como México en el que resultaba complicado- tras una larga historia de vigorosas dinámicas de convivencia e intercambio entre los grupos sociales- trazar fronteras claras considerando las características somáticas visibles de los grupos sociales, este proceso tuvo que hacerse basándose sobre todo en los “rasgos culturales”. El idioma, las formas de vestir, la dieta y la organización social. Así, afirma Navarrete- la raza nacional mestiza se asoció de manera absoluta con la lengua española, las prácticas corporales de occidente y el amor a la patria.18

31Para ello el proceso de implantación del mestizaje como ideología de Estado estuvo acompañado del desarrollo de medidas institucionales y políticas que contemplaron desde la invención de una “cocina nacional hasta la instrumentación de la política indigenista que sin duda es una de las más sofisticadas empresas de ingeniería social, acompañadas estas medidas de la construcción de un sólido sistema de educación pública.19

32En suma, siguiendo a Beatriz Urías Horcasitas “la propuesta de la élite política e intelectual triunfante en la revolución de transformar la sociedad mexicana mediante la ‘depuración racial’ constituyó un planteamiento utópico inviable e irreal que no obstante estuvo en el origen de hechos reales : la política indigenista de ‘unidad racial’, la explicación de la criminalidad como atributo de algunos individuos y grupos étnicos y la promoción de la inmigración “blanca”, por citar algunos”20, haciendo posible identificar en el discurso del mestizaje un camino de continuidad entre los postulados acerca de las razas que aparecieron a lo largo del siglo XIX y aquellos que articularon la ideología posrevolucionaria y que han perdurado de manera invisible en la sociedad mexicana.

Invisibilidad de los afrodescendientes : mestizaje, dificultades y retos de estudiar el racismo

33En párrafos precedentes me referí brevemente a la constatación hecha por las investigaciones científicas de la importancia de la contribución de la población de origen africano en la conformación de la sociedad mexicana. Habiendo aportado algunos elementos que ayuden a esclarecer la doble vertiente bajo la cual comprendemos el mestizaje dentro del campo de los estudios históricos y antropológicos sobre este grupo de población en México, es decir al mismo tiempo como una categoría que describe una historia de intercambios y recreaciones culturales y como un proceso de creación de una ideología nacionalista que en la búsqueda de la realización de su misión política hizo esfuerzos por eliminar de forma real y simbólica a aquellos elementos disidentes de este proyecto, fundamentalmente pueblos y comunidades indígenas y de forma muy relevante a las personas de origen africano.

34Sin duda lo ocurrido con la población de origen africano es revelador de esta ideología, aun cuando su presencia y participación en conocida por estos ideólogos es borrada del relato nacional. Para muestra de esto es importante volver a José Vasconcelos, intelectual y político antes referido, quien en el ensayo “La raza Cósmica” asume que el mestizaje en México tiene tres raíces históricas : la indígena, la europea y la africana. Siguiendo los datos y argumentos expuestos por Humboldt y buena parte de los viajeros del siglo XIX, afirma que para fortuna de la historia de este país y por supuesto del nuevo sujeto mestizo, este grupo de población se ha ido integrando en el mestizaje y que la “raza cósmica forjada en el crisol de la depuración se liberara de todas las imperfecciones atávicas. Se tratará en el caso de los hombres negros de una verdadera “regeneración” de las características que le son propias : ser despreocupado, ávido de dicha sensual, ebrio de danzas y desenfrenadas lujurias”. Para la suerte de esta nueva raza continúa el autor “el mestizaje logró alisar buena parte de los defectos del negro. No habría que preocuparse, sólo confiar en que tarde o temprano la asimilación terminaría con este elemento poco deseable del mestizaje21.

35Este argumento ha marcado la historia e incluso el presente de las poblaciones afrodescendientes en México, no sólo en el pensamiento de Vasconcelos se encuentra esta convicción, años más tarde la preocupación por la presencia de las llamadas “razas indeseables” se mantuvo en el pensamiento de los ideólogos del mestizaje. Como muestra baste mencionar que la obra de Aguirre Beltrán que funda los estudios afromexicanos es resultado de una investigación solicitada por Manuel Gamio- siendo este funcionario del ministerio del interior encargado de la política de población - a Aguirre para verificar la conveniencia o no de autorizar visas de entrada a afronorteamericanos, y afrocaribeños en la década de 1940.

36Aguirre Beltrán documentó con gran acuciosidad etnohistórica el pasado de la población negra en México concluyendo en su estudio que este era un grupo de población cuya asimilación al conjunto de la nación había sido tan “exitoso” que pronto desaparecerían los pocos que quedaban en las costas, dejando apenas una impronta de sus presencia en algunas prácticas culturales de las regiones costeras : las viviendas tradicionales de esta región llamadas redondos, la forma de cargar a los niños a horcajadas en la cadera, la práctica del queridato,22 elementos en la música sobre todo la rítmica y el desarrollo del gusto por algunos géneros y prácticas de medicina tradicional por mencionar algunas. La investigación de Aguirre Beltrán confirmó la idea de que se trataba apenas de los últimos remanentes de una población asimilable que tendía a desaparecer y con sus argumentos buscó disipar las preocupaciones que en la época causaba la posibilidad de que el país tuviera “un problema negro” – a semejanza de lo que entonces era considerado –el problema indígena.

37Sin embargo, la convicción de que las personas “negras” o afrodescendientes podían constituir una mala influencia para el mestizaje mexicano estuvieron presentes, hasta entrados los años 40 del siglo XX el gobierno de México impidió sistemáticamente el ingreso de personas negras y aunque para ello no se estableció una medida legal explícita, estudios como el realizado por Marta María Saade lo han documentado a través del estudio del archivo histórico del Instituto Nacional de Migración. En ese acervo –afirma la autora- se encuentran los expedientes de los solicitantes de visa acompañados de memorandos y notas para los funcionarios migratorios en los que se ordena denegar la visa argumentando que el negro por sus características morales y culturales no es un elemento apto para el mestizaje mexicano y que más aun la convivencia con la “raza negra” podría convertirse en un elemento nocivo para la incorporación del indígena al proyecto nacional, provocando una “regresión” de lo ya logrado, degenerando al mestizo mexicano.23

38Se consagra entonces la desaparición por asimilación de la población de origen africano y sus descendientes y es entonces cuando se elaboran algunos de los elementos que caracterizan la relación del Estado y la sociedad mexicana con la población afrodescendiente, que dificultan su reconocimiento social y jurídico y que al mismo tiempo hacen muy compleja la identificación de las prácticas racistas hacia las y los afromexicanos.

39Entonces, para estudiar las particularidades que adopta el racismo en México se debe partir de considerar la persistencia de dos ideas, una de ellas es la idea generalizada – referida al inicio del texto- de que en México “todos somos mestizos” y por lo mismo no hay racismo, pues las razas han sido eliminadas y asimiladas en el mestizaje y la otra es que el racismo lo experimentan solamente las personas negras y debido a que en México este grupo de población “no existe” o es apenas una minoría muy bien localizada, el racismo no es un fenómeno social/estructural sino solamente un problema de algunas personas mal intencionadas. Así pues estas dos ideas están en la base de cuatro elementos que caracterizan la relación que ha primado entre el estado y la sociedad con el pasado y el presente de las poblaciones afrodescendientes en México y que marcan las formas en que el racismo se expresa hacia ellas.

40Como ya se ha mencionado previamente a partir del siglo XIX se generalizó la idea de la poca importancia, cuando no de la inexistencia, de la población de origen africano en México, a esto contribuyeron de manera significativa las observaciones de Humboldt y los datos que aportó sobre el número de población “negra” que él encontró en su viaje a la Nueva España, información que luego fue retomada por las crónicas de viajeros extranjeros. La idea de que era poco significativa en términos numéricos y que muy pronto se vería asimilada en la población surgida de la convivencia e intercambio de indígenas y europeos nutrió esta idea que ha sido constantemente retomada, incluso Aguirre Beltrán se hizo eco de estas cifras y sobre ellas construyó la hipótesis de la desaparición de este grupo debido a su asimilación biológica y cultural en el mestizaje. Investigaciones que actualmente se desarrollan que exploran fuentes iconográficas, la literatura de viajes y la de ficción y acervos documentales poco explorados dan cuenta de la presencia de este grupo de población en diversas regiones del país una vez alcanzada la independencia. Igualmente, en la actualidad palabras de uso común, toponímicos, fiestas y creencias así como rasgos en la fisonomía de algunas personas nos recuerdan a los antepasados africanos de los mexicanos actuales.

41Resulta interesante preguntarse por qué a partir del siglo XIX se dejó de ver a las personas de origen africano y se borraron sus contribuciones en la formación nacional. Varios factores confluyen en este proceso de borramiento, por una parte es probable, como lo menciona Dolores Ballesteros, que Humboldt y los otros viajeros no tuvieron intención o interés de documentar la presencia de población afrodescendiente, es preciso recordar que en la experiencia europea del XIX la presencia de personas “negras” es cercana debido sobre todo al auge del comercio de persona esclavizadas provenientes de África, su presencia en la Nueva España no resultó atractiva ni novedosa para estos aventureros ávidos de reportar a sus lectores las novedades y posibilidades que ofrecía América, se dedicaron sobre todo a mirar, describir y calificar a la alteridad que les resultaba novedosa, los pueblos indígenas de allí que en sus crónicas no aparezcan explícitamente los afrodescendientes24. Podemos suponer que luego estos datos adquirirían un gran valor de verdad debido sobre todo a otro elemento antes señalado, la falta ausencia de registros de población : censos, padrones y otros que dieran cuenta de la presencia de este rupo de población. Aunque paradójico, ciertas medidas para construir la igualdad ante la ley –como la de eliminar las calidades de las personas de los documentos- contribuyeron a la invisibilización de algunos grupos.

42En este mismo sentido es necesario tener en consideración que la consolidación del México mestizo y el correspondiente desarrollo de políticas públicas para su instrumentación requirió de la construcción de una alteridad social autorizada. La existencia del mestizo con una la identidad cultural definida y actor del proyecto nacional supuso necesariamente la conformación de otro dentro de la nación, en este caso los pueblos indígenas. Desde inicios del siglo XX es alrededor del llamado “problema indígena” que se construye la representación de la alteridad social, es la voluminosa población indígena y la necesidad de resolver su incorporación a la nación que se tejen argumentos académicos, políticos y culturales para su reconocimiento y redención.

43De allí que la presencia histórica de esta “tercera raíz del mestizaje” es decir la participación de personas de origen africano en la construcción nacional no se incluya en la enseñanza de la historia, apenas ahora empieza a reivindicarse la participación de personas de origen africano en las grandes gestas de la historia patria y en general se ignoran las contribuciones de este grupo de población más allá de los repetidos clichés sobre el ritmo en la sangre y el gusto por la fiesta. Configurándose así un doble fenómeno de invisibilización, por un lado su ocultamiento de la historia y por el otro una sobre exposición estereotipada de “lo negro” por su condición de extranjería, su calidad de exótico, de hombres y mujeres hipersexualizados y por regla general carentes de cultura (no sólo de la cultura atribuible a la instrucción sino a una en un sentido más bien etnológico).

44Por otra parte es necesario considerar que el mestizaje en tanto ideología supuso también una representación racializada del mestizo. Si bien, el mestizo mexicano fue concebido como un resultado cultural también fue imaginado como una entidad biológica, para la que se ideó y deseó una fisonomía. Se invirtió mucho esfuerzo para la construcción de la representación visual del indígena, espejo en el que el mestizo vería con sorpresa y con distancia su origen aquello que dejo de ser –el glorioso pasado prehispánico y la ignominia de la conquista- y que pudiera proyectar sus posibilidades. Se creó un modelo estético de “lo indio” y de lo mexicano del que se excluyó a la población de origen africano, baste pensar en las tan conocidas y promocionadas pinturas de Diego Rivera, patrocinadas por el Estado cardenista. Cuando aparece, “lo negro” es accidental, eventual, solamente atado al pasado de la esclavitud. Esta ausencia de representación en los relatos visuales de la nación ha contribuido a reforzar la idea de su ausencia y a fortalecer aquellas que constriñen la afrodescendencia a la apariencia lo que a su vez alimenta la idea de que en México no hay racismo porque no hay negros.

45Las ideaciones de lo mestizo supusieron asimismo la exaltación de la singularidad cultural de la raíz indígena, para ello se centró la atención y los recursos en la visibilización y fortalecimiento del patrimonio cultural de los pueblos indígenas, obviamente reduciendo la alteridad indígena a las expresiones folclorizadas de la música, la danza, los rituales y el vestido y posteriormente valorando la posesión de una lengua propia, rasgo que se ha convertido en el principal marcador de etnicidad. Los descendientes de africanos en México no desarrollaron una lengua propia, los rasgos diacríticos de su identidad son “mestizos” no sólo por sus orígenes múltiples y resultados de un sinnúmero de intercambios entre diversos grupos de población sino porque en la actualidad hacen parte de complejos sistemas culturales en regiones en donde conviven personas negras, indígenas y “mestizos” es decir poblaciones no etnizadas o racializadas, lo que hace aparecer a estos pueblos como colectividades aculturadas, sin elementos culturales propios y por lo mismo sin un derecho a exigir ser reconocidas en su especificidad.

46Esto tiene un peso simbólico sobre estas poblaciones, en una nación que ha sido capaz de construir con gran elocuencia un régimen de identidad nacional que ha abrevado de las “tradiciones indígenas” muchos de sus elementos más significativos, ser una colectividad que no posee elementos culturales propios pone en duda su existencia y valía ; y, alimenta prácticas excluyentes en las instituciones públicas en las que muchas veces la asignación de gasto presupuestal está atada a la identificación del grupo en tanto unidad portadora de cultura, sobre todo de una lengua propia. Esto obviamente, no es concebido por las autoridades como una práctica racista, se trata de limitaciones o definiciones de las reglas bajo las que operan las instituciones, sin embargo este argumento es percibido por las comunidades afrodescendientes como una práctica sistemática de racismo.

47Otra idea subyacente es la permanente consideración de extranjería de estas poblaciones. Una vez construida la idea de la desaparición o dilución de este grupo de población, la industria cultural –el cine de oro y el cine de rumberas y la promoción de la música cubana- contribuyeron en la creación de estereotipo que asocia a las personas negras con un origen extranjero. Desde entonces quien es negro es cubano, centroamericano o caribeño. Es músico, deportista o delincuente.

48Difícilmente se piensa que un afrodescendiente puede ser mexicano, esto por ejemplo ha provocado en ocasiones afromexicanos sean expulsados del país por las autoridades migratorias. Este comportamiento tampoco ha sido considerado actos racistas, apenas errores por ignorancia de los servidores públicos.

49Así pues, el estudio del racismo en México es un campo de resiente formación, más aun el del racismo hacia las personas negras, afrodescendientes o afromexicanas. El contexto del mestizaje entendido este como intercambios y convivencias y también como marco ideológico de la nación en el que al mismo tiempo se nombra y se oculta la diversidad cultural requiere de desarrollar enfoques de investigación de largo aliento que al mismo tiempo atiendan los procesos de desarrollo de las ideas sobre la raza, los procesos de racialización de las diferentes poblaciones, el lugar que en estos procesos ocuparon y ocupan las poblaciones de origen africano y sobre todo atender las interacciones cotidianas en donde ocurren las practicas racistas. Desarrollar investigaciones situadas que atiendan los micro procesos sociales.

50Finalmente cabe mencionar que en la actualidad son precisamente las organizaciones de la sociedad civil afromexicana con sus acciones colectivas orientadas a su visibilización y reconocimiento social y jurídico quienes han profundizado la puesta en cuestión de este modelo de organización y de comprensión de la nación en México. Como se señaló al inicio del texto, México al igual que otros países de la región ha experimentado a partir de la década de 1990 importantes transformaciones del modelo del Estado, en el que de manera significativa emergieron actores políticos que tienen como base de movilización sus identidades étnicas.

51Principalmente los pueblos indígenas pero también poblaciones afrodescendientes han demandado su derecho a ser reconocidos como una parte constitutiva de la nación, a ejercer sus derechos específicos y a construir alternativas propias de desarrollo y participación política. Los colectivos de afrodescendientes, han contribuido además posicionando en el escenario político una agenda en la que la lucha contra del racismo y la discriminación ocupan un lugar central.25

52Desde 1997, se vive sobre todo en la región de la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca, la emergencia de organizaciones sociales afromexicanas que expresan las demandas de las comunidades articuladas en torno a una identidad diferenciada. Este proceso organizativo es complejo, localizado en algunas regiones y con dificultades se abre paso en la agenda política nacional.26 Llama la atención que en este proceso de articulación política los pueblos y comunidades afrodescendientes en su necesidad de constituirse como sujetos colectivos, al mismo tiempo que han elaborado un discurso y una agenda política propia han debido reclamar como suyas un conjunto de expresiones culturales -unas tradicionales y otras de nuevo cuño- muchas veces regionales, otras nacionales (mestizas) e incluso importadas de otras geografías con el objeto de construir un catálogo de emblemas identitarios. En este proceso de articulación política aquellos que fueron invisibilizados y silenciados a través del discurso y las prácticas culturales del mestizaje hoy reclaman su inclusión en la nación desde su diferencia en donde la diferencia está marcada no sólo por el color de la piel y la fisonomía sino por la portación de signos culturales propios.

Notes   

1  Ver Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos. Disponible en : http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/ref/cpeum.htm

2  Este proceso ha sido estudiado desde distintas perspectivas disciplinares, por ejemplo la demografía histórica a través del estudio de padrones y censos de población durante el período virreinal da cuenta de la conformación de una sociedad “mestiza” refiriendo por ejemplo enlaces matrimoniales entre distintos grupos o nacimientos y bautizos de hijos de “parejas mixtas”. Desde una perspectiva del estudio de la historia social el trabajo de Carmen Bernand y Serge Gruzinski Historia del nuevo mundo : Los mestizajes, 1550-1640, México, Fondo de Cultura Económica, 1996 - 728 páginas tuvo una gran influencia en el desarrollo de esta corriente de pensamiento.

3  Estos datos los refiere Gonzalo Aguirre Beltrán, La Población Negra de México, México, FCE, 1972 (2da. Edición).

4  Existe un gran número de bibliografía sobre los temas de la participación de las y los africanos y afrodescendientes en la sociedad novohispana, ver entre otros : Martínez Montiel, Luz María, (Coord.), Presencia Africana en México, México 1994 y Velázquez, María Elisa, Mujeres de origen africano en la capital novohispana, siglos XVII y XVIII, 2006. También, puede verse un balance sobre lo realizado en : Velázquez, María Elisa y Odile Hoffman, “Investigaciones sobre africanos y afrodescendientes en México : acuerdos y consideraciones desde la historia y la antropología. En : Diario de Campo, INAH, 2007, pp. 63-68.

5  De la participación de este personaje como acompañante de Cortes da cuenta una imagen del período. Ver : Códice Azcatitlán, folio 22 v. Biblioteca Nacional de Francia. Sobre la participación de “conquistadores negros” ver el trabajo de Matthew Restall, Black Conquistadors : armed africans in early spanish América. The Americas, 57 :2 October 2000 171-205.

6  Para el caso de las haciendas de Córdoba en Veracruz ver : Adriana Naveda, Esclavos negros en las haciendas azucareras de Córdoba, Veracruz, 1690-1830, Xalapa, Universidad Veracruzana-Centro de Investigaciones Históricas, 1987. También se ha documentado el caso del actual Estado de México, ver : Georgina Flores et.al., Azúcar, esclavitud y enfermedad en la Hacienda de Xalmolonga, siglo XVIII,

7  S. Ver : María Elisa Velázquez, Juan Correa : mulato libre, maestro de pintor, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1998. Sobre la participación de mujeres afrodescendientes en el período colonial ver : María Elisa Velázquez, Mujeres de origen africano en la capital novohispana. Siglos xvii y xviii, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia / Universidad Nacional Autónoma de México-Programa Universitario de Estudios de Género, 2006

8  Esta cifra, que sin lugar a dudas es imprecisa, proviene del análisis y suma de datos obtenidos por Aguirre Beltrán en distintas fuentes, son conteos parciales por regiones o ciudades, no constituye un dato sobre el total de población del vasto territorio de la Nueva España. Ver. Aguirre Beltrán Op. Cit pág.

9  Richard Konetzke, Colección de documentos para la historia de la formación social de Hispanoamérica (1493-1810), vol. iii, tomo i, 1671-1779, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1962, pp. 438-439.

10  Los cuadros de casta o mestizaje son lienzos en los que se representó a grupos familiares o escenas de la cotidianidad haciendo referencia a la procedencia u origen de las personas. Las parejas acompañadas de un hijo o hija mostraban “el mestizaje” y la diversidad cultural del México virreinal, a partir de una clasificación compleja de la sociedad novohispana en la que aparecen términos que hacen referencia al tono de piel combinados con otros aspectos como el lugar de nacimiento. Para mayor información sobre los cuadros de castas, véase, entre otros, Ilona Katzew La pintura de castas, México Conaculta, Turner, 2004. Estos cuadros han sido interpretados como evidencia de la existencia de un “sistema” de clasificación social. Pilar Gonzalbo, por el contrario indica que se trata más bien de la evidencia de la complejidad de las relaciones sociales alcanzadas en la época no obstante la existencia de una sociedad jerarquizada y de una significativa sujeción social y no tanto de la existencia de una serie de disposiciones jurídicas que regularan las relaciones entre la población. Pilar Gonzalbo, “La trampa de las castas”. En : Solange Alberro y Pilar Gonzalbo. La sociedad novohispana : estereotipos y realidades. El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2013, México. 362 págs.

11  Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México

12  Sobre el Censo de de 1890 ver por ejemplo : Motta, Arturo y Ethel Correa 1997 "El censo de 1890 del Estado de Oaxaca", en Chávez, María Guadalupe (coord.), El rostro colectivo de la nación mexicana, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. La historiadora María Camila Díaz realiza un exhaustivo trabajo de documentación sobre archivos de Texas Coahuila que dan cuenta de la persistencia de la esclavitud en territorio mexicano entrado el siglo XIX.

13  Pimentel, Memoria sobre las causas que han originado la situación actual de la raza indígenas y medios de remediarla (1864) México, Tipografía Económica, 1903.Pág.- 133- 134 Disponible en : http://www.memoriapoliticademexico.org/Textos/4IntFrancesa/Im/1864-Pimentel-III-Memoria_causas.pdf

14  Archiduque austriaco que gobernó México entre 1864 y 1867 tras la segunda intervención francesa al país. Su presencia en México se debió principalmente a las intenciones de los sectores conservadores de imponer un régimen monárquico que frenara las reformas liberales impulsadas durante los gobiernos de Benito Juárez. Maximiliano resultó ser un emperador con demasiadas convicciones liberales para sus patrocinadores mexicanos lo que redundó en su rápido derrocamiento.

15  Ver : Francisco Bulnes, :, El porvenir de las naciones latinoamericanas ante las recientes conquistas de Europa y Norteamérica (1899), Justo Sierra México : su evolución social (1900-1902), Francisco Pimentel, Obras completas, memoria sobre las causas que han originado la situación actual de la raza de México y medios de remediarla, Tipografía Económica, México, 1903, Molina Henríquez, Los grandes problemas nacionales (1909)

16  Pimentel, Op. cit. págs 144-149

17  José Vasconcelos, Raza Cósmica, Misión de la raza, iberoamericana. Notas de viajes a la América del Sur, Agencia Mundial de Librería, Madrid 1925.

18  Federico Navarrete, México racista, una denuncia, México, Random House Mondadori, 2016.

19  José Luis Juárez López documenta el proceso mediante el cual las élites económicas y sociales una vez pasado el período armado de la Revolución Mexicana abandonaron sus costumbres de mesa afrancesadas y en sustitución consagraron las cocinas regionales como platillos nacionales. Afirma el autor que esto no es dejado al azar, José Vasconcelos autor de “La raza cósmica” siendo ministro de educación creó un programa de higiene y educación en el que promotoras de salud y cultura enseñarían a las madres mexicanas a criar a sus hijos, empezando esta formación con cursos de cocina y la creación de recetarios de cocina mexicana. Ver : José Luis Juárez López, Nacionalismo culinario : la cocina mexicana del siglo XX, México, CONACULTA ; 2008.

20  Beatríz Urías Horcasitas, Historias secretas del racismo en México (1920- 1950), México, Tusquets, 2007, 264 pp. 

21  Vasconcelos, Op cit. Una aproximación muy interesante sobre el pensamiento de Vasconcelos acerca de la población de origen africano en México se puede ver en Jean-Pierre Tardieu, El negro y la “raza cósmica” de José Vasconcelos (1925). Boletín americanista, Universidad de Barcelona, 2015, pp. 155-169. Disponible en : https://hal.archives-ouvertes.fr/hal-01275185/document

22  Forma de concubinato socialmente aceptado en la región de la Costa Chica al que Aguirre Beltrán le adjudico un posible origen en las formas de parentesco de algunas regiones de África en donde estaba generalizada la poligamia. Para un estudio detallado sobre este tema ver : María Cristina Díaz Pérez, Queridato, matrifocalidad y crianza entre los afromestizos de la Costa Chica, México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2003 - 247 págs.

23  Marta María Saade, Una raza prohibida : afroestadounidenses en México”, en Pablo Yankelevich (coord.), Nación y extranjería. La exclusión racial en las políticas migratorias de Argentina, Brasil, Cuba y México, México, Universidad Nacional Autónoma de México / Programa Universitario México Nación Multicultural, 2009, pp. 231-276. En este mismo sentido ver : Elisabeth Cunin Administrar los extranjeros : raza, mestizaje, nación. Migraciones afrobeliceñas en el territorio de Quintana Roo, 1902-1940) Publicaciones de la Casa Chata, coeditores CIESAS-IRD-Karthala, México 2014

24  Dolores Ballesteros, “La visión de viajeros europeos del XIX de los afromexicanos”, En : Revista Cuicuilco, México, ENAH, (En prensa)

25  Sobre el tema ver por ejemplo los trabajos de Carlos Agudelo, Movilizaciones afrodescendientes en América Latina, En : Colombia Internacional 71, enero a junio de 2010 : 109-126 y de Agustín Lao Montes, Cartografías del campo político afrodescendiente en América Latina En Universitas Humanistica, vol. 68, Núm. 68 2009. Ambos autores ofrecen un detallado recorrido en los procesos de organización y articulación política de los afrodescendientes en la región.

26  Existen algunos trabajos que documentan este proceso con bastante precisión y que reflexionan sobre las características de la movilización política de las organizaciones afromexicanas Ver : Gloria Lara, “Una corriente etnopolítica en la Costa Chica, México (1980-2000)” En :Odile Hoffmann (dir.), Política e identidad, Afrodescendientes en México y América Central, México, INAH-CEMCA-- UNAM Col. Africanías. Igualmente algunas trabajos recientes se han enfocada a reflexionar acerca de la lucha por el reconocimiento constitucional y los retos que enfrentan estas organizaciones Ver : María Elisa Velázquez y Gabriela Iturralde, Afromexicanos : reflexiones sobre las dinámicas del reconocimiento, Anales de Antropología, UNAM- IIA, Vol 50, No 2 (2016).

Citation   

Gabriela Iturralde Nieto, «Nombrar y ocultar : algunas reflexiones entorno del mestizaje y las poblaciones afrodescendientes en México.», Cultures-Kairós [En ligne], paru dans Les numéros, mis à  jour le : 25/05/2018, URL : https://revues.mshparisnord.fr:443/cultureskairos/index.php?id=1620.

Auteur   

Quelques mots à propos de :  Gabriela Iturralde Nieto

Gabriela Iturralde Nieto. Licenciée en Études Larino-Américaines par l’Universidad Nacional Autonoma de México (UNAM), et Maître en Anthropologia, Gabriela Iturralde Nieto est collaboratrice du Programme de Recherche Afro-Descendants et Diversité Culturelle de l’Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Elle fait partie du Réseau de Recherche Interdisciplinaire sur les Identités, Racismo et la Xénophobie en Amérique Latine. Actuellement, elle est directrice de capacitation et extension académqiue dela Coordination Nationale d’Anthropolgie de l’INAH.